jueves, 8 de septiembre de 2016

HIGUCHI KIYOYUKI : GUERRAS FEUDALES Y NINPO




Los textos más antiguos del ninpô ya se pueden encontrar en la
era de Shôtoku Taishi (Príncipe Shôtoku, 574-622). En una situación
política más compleja, los Shinobi de Iga eran contratados para obtener
información. Ootomo Hosoto era uno de esos Shinobi. Ya que la familia
Ootomo era un clan que servía al palacio imperial con sus artes militares,
uno puede deducir que dentro de los caminos marciales antiguos de Japón
ya habían elementos del Ninpô. La familia Ootomo estaban en Iga
principalmente, la cual fue una tierra sin rey durante un tiempo, una provincia
de autogobierno sin rey (administrador provincial).


Las tres casas, Hattori, Momochi y Fujibayasi, reconocidas como
Ninja, se dice que eran descendientes de Ootomo Hosoto. Iga y Kôga
eran antagonistas entre ellas como escuelas o tradiciones distintas, pero
creo que originalmente eran una. Habían muchos inmigrantes en el país de
Ômi, y aquellos que transmitieron el Kenpô (boxeo) o el Ninpô desde
China se dice que eran los ancestros de los Ninja de Kôga.


Iga es una tierra de valles estrechos rodeados de montañas, con
ríos constantemente inundándose, haciendo la producción inestable. La
gente allí viajaba constantemente a otras provincias a trabajar. Los Watarininja
(Ninja viajero) eran los que eran contratados en la tarea tradicional
del Ninpô de recaudar información de diferentes lugares. Los Ninja
Takeda y los Ninja Uesugi eran Watari-ninja que estaban vinculados a
un solo señor.

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jueves, 1 de septiembre de 2016

Antigua fabula japonesa







Había una vez en el antiguo Japón, un viejo samurái , ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.

Sabiendo de la fama del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.

Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.

–Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el samurái.

–A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.

–Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

BJK.MAD(pfor)_26092011